El huerto pequeño, por sus propias dimensiones, no da lugar a la aparición de las plagas características de los grandes cultivos, pero eso no evita que se vea afectado por las mismas procedentes de zonas próximas. Sin embargo, por tratarse de un huerto generalmente de aficionados y donde suele cultivarse una gran variedad de hortalizas, no tiene sentido recurrir a medios químicos, muy perjudiciales, y que exigirán un cuidado especial a la hora de recoger la cosecha destinada a nuestro consumo.
Cuando el huerto se encuentra en una región practique la horticultura donde no se practique la horticultura industrial, la variedad de los cultivos impide el desarrollo de estas plagas.
No obstante, pueden aparecer problemas con insectos u otros invertebrados. La presencia de estos animales debe considerarse reflejo de una situación normal en la naturaleza.
Sin embargo, la abundancia de alimento que producimos en el huerto atrae en ocasiones a un mayor número de individuos. Para evitar que aumenten en demasía es suficiente con realizar un control regular de las hortalizas y emplear algunos medios que aunque sencillos son muy eficaces.
El huerto biológico, de popularidad creciente, presupone la renuncia a todo tipo de productos químicos y abonos artificiales de los utilizados en la agricultura y horticultura industriales. Es una opción para el huerto de dimensiones reducidas, y el pequeño tributo que debe dejarse a los otros pobladores de la parcela (insectos, moluscos, etc.) satisface con creces los beneficios que proporcionan unas hortalizas con una mayor riqueza de sabores y libres, en la medida de lo posible, de contaminantes.
Cavando el terreno en invierno (lo que destruye las larvas que reposan en tierra) y haciendo una rotación de los cultivo (lo que impide que un insecto dañino complete su ciclo vital) se logra protección suficiente, que se complementará con la eliminación manual de las larvas o los insectos adultos que aparezcan ocasionalmente sobre las hortalizas.
Existen métodos tradicionales de gran eficacia, como las trampas para gran eficacia, como las trampas para babosas y caracoles o para avispas, el cultivo de alguna planta repelente para los insectos (el abrótano aleja a moscas, mariposas y pulgones, la cidronela hace huir los ácaros, la cebolleta repele a los pulgones, etc.), la colocación de hojas de retama entre las hortalizas para expulsar a las orugas, el uso de redes sobre el cultivo para evitar que los pájaros coman los frutos, etc.
Un método que también resulta muy útil en los huertos familiares es recurrir a la lucha biológica. Bajo este nombre de apariencia técnica no se oculta más que una regla bien simple, dejar que la propia naturaleza controles a sus pobladores.
La presencia de un sapo en el huerto debemos considerarla beneficiosa, pues su alimento son precisamente los invertebrados que devoran nuestras hortalizas.
Las populares mariquitas, que están experimentando un lento proceso de desaparición y en muchos lugares ya son raras, son un enemigo mortal de los pulgones. Infinidad de pájaros son insectívoros y su dieta lo constituyen esos insectos que queremos eliminar. Si montamos unas cajas anidaderas cerca del huerto, es posible que alguna de estas aves se aloje en ellas y durante la época de cría, cuando más alimento necesita, será un activo “insecticida” inofensivo para las hortalizas.
ERRORES MÁS COMUNES.
- Recurrir a métodos industriales de lucha contra las plagas en un huerto pequeño no sólo es desperdiciar tiempo y: dinero, sino que se corre el riesgo de perjudicar a una parte del cultivo.
- Considerar los métodos biológicos anticuados e ineficaces. Bien aplicados, no sólo alivian los síntomas, sino también la enfermedad, y sin efectos secundarios.
- Pretender eliminar de forma instantánea una plaga recurriendo de manera repentina a métodos biológicos es erróneo, pues son métodos que actúan a largo plazo pero de forma global, acumulando sus beneficios.
- Recurrir sólo en parte a procedimientos biológicos es una solución equivocada, pues son métodos que actúan sobre un conjunto amplio (todo el huerto), y el empleo de un único producto químico para eliminar una especie concreta repercute sobre todas las demás.
- Los insecticidas no sólo matan insectos, también causan efectos secundarios indeseados e incluso pueden ser tóxicos para los seres humanos.
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